Entrevista



 Victoria Fernandez Rey es voluntaria de Un techo para mi Pais. Tiene 20 años y forma parte de la ONG desde el año 2007. En el 2009 fue representante de Minas en un Techo para mi Pais en Montevideo.
Y acccedio a darnos esta entrevista.


Qué te llevo a querer trabajar como voluntaria? 
Todo surgió con la invitación de un amigo del liceo para pasar un fin de semana diferente con el fin de tratar de construir un país más solidario y con justicia social. Y después de haber vivido la construcción,me di cuenta que trabajar como voluntaria es buscar que todos aquellos que viven en situación de extrema pobreza puedan acceder a nuevas oportunidades que les permitan optar y hacer efectiva una mejor calidad de vida. Trabajar en este proyecto es generar conciencia en vos mismo, porque nosotros no nacemos con la conciencia social, eso se va construyendo con la intervención.


¿Por qué elegiste un techo para mi país y no otra ONG?
Siempre quise poder retribuir a la sociedad un poco de lo que me ha dado, y el techo se me presento no solo como la posibilidad de lograrlo, sino además era una experiencia de vida que se comparte con muchos otros jóvenes que tiene una meta en común. El acercamiento que te da con esas personas es increíble. También no tuve ninguna otra oportunidad de acercarme a otra ONG. Pero no tendría problema en participar de alguna otra.


¿En que te enriquece ser voluntaria?

Te enriquece como persona. Aprendes a ver y a valorar las cosas, la vida misma desde otro punto. Creo que en esa lagrima que se nos presenta o en esa sensacion de nudo en la garganta cuando escuchamos una historia demasiado fuerte, o cuando le damos la llave de la casa que terminamos con mucho esfuerzo, a eso hace referencia  la alegría con la cual volvemos a nuestras casas, el asombro del que va al lado nuestro por nuestra mugre, olor, etc, etc.
Pero aun sintiendo todo eso, le sumo el hambre, el cansancio, el dolor muscular, el dolor de algún golpe o herida, aun así, en nuestra cara se dibuja una sonrisa, que dura y perdura con recuerdos imborrables, esperando ansiosos las fotos, el mail, o el sms, para volver a juntarse.


Creo sin duda que nadie esta ajeno a esta realidad, tampoco debemos estar ajenos a las oportunidades de salir de ella, la vida te da sorpresas, un día estas arriba y al otro estas abajo. Creo que siempre existe la posibilidad de poder volver a arriba, tratemos de parar el mundo, de cambiar la realidad, protestemos en contra de ésta injusticia y empecemos a cambiarla. Se necesita mucho aguante, mucho cariño, y mucha valentía para cambiar, el cambio de por si impone miedo y saber que cambiamos la cara de muchos en los asentamiento, que nos metimos de lleno en una familia, y que le demostramos que nos importan, nos hace sentir muy bien. Es importante decir que ayudamos porque nos parece injusto esa situación, vamos porque no estamos dispuestos a vivir dando vuelta la cara, a seguir de largo en las esquinas con niños pidiendo; porque no podemos cerrar los ojos y ser indiferentes.


¿Crees que en su mayoría los jóvenes están comprometidos con los problemas sociales?
Quizás creo que hay un montón de personas que tienen ganas de hacer algo, si bien está la imágen del joven que no está comprometido, que no quiere hacer nada, hay un montón de chicos que sí quieren ayudar al otro pero por ahí no se quieren meter en política o en religión y el ‘Techo’ es una opción para hacer algo por el otro y en definitiva hacer algo por la sociedad. Por eso es necesario formar una generación de jóvenes involucrada con la realidad de un país, que sea capaz de ponerle cara a las cifras de pobreza, rostro, nombre hasta reconocer urgencias concretas para comprometerse a formar parte del cambio. En el Techo se apuesta a desarrollar y ejercer una ciudadanía comprometida, consciente, formada y de espíritu critico para que derribe perjuicios, termine con la indiferencia, se atreva a cambiar la mirada, a salir del acostumbramiento y a crear lazos en una sociedad fragmentada.
Porque solo de esta manera, generando conciencia social y denunciando la justicia podemos terminar con la pobreza extrema.


¿Cómo crees que influye su trabajo en los beneficiados más alla de tener una mejor vivienda? ¿y en el resto de la sociedad?
Lo que apuntamos es provocar un cambio significativo en la condición de vulnerabilidad de las familias de los asentamientos, que les permita contar con herramientas y capacidades efectivas para superar su condición de pobreza y salir de los asentamientos de forma autónoma.


En la primera etapa nuestros esfuerzos se orientan a otorgar una solución temporal a la situación de emergencia habitacional a través de la construcción de viviendas de emergencia. Esta experiencia también constituye la “puerta de entrada” para que muchos jóvenes voluntarios, que no han tenido la oportunidad de acercarse a la realidad de los asentamientos, se vinculen desde la acción con las comunidades más pobres. Mediante el proceso de construcción se establecen los primeros vínculos de confianza con la comunidad al validar una relación que nos permite el posterior trabajo continuo en las comunidades


¿Sienten que la sociedad valora su trabajo?
Creo que sí. A la sociedad le afecta la realidad del otro, le afecta en algún punto. Todos somos parte de este país y no creo que sea posible un país mejor si una parte de nosotros está por debajo de los estándares mínimos de pobreza. La colecta anual es el momento en donde la sociedad muestra su apoyo, y no creo que lo hicieran si no sintiecen nuestro trabajo, mejor dicho, si no creyeran en que nuestro pequeño aporte tenga algún sentido. La valoración creo que esta ahí, en la ayuda.


¿Qué actitud presentan las personas a las cuales ayudan cuando se les plantea el proyecto?
UTPMP realiza varias visitas al asentamiento previa selección de las familias beneficiarias. Durante estas visitas, se aplica una encuesta a todas las familias interesadas en participar en el proyecto. Esta encuesta toma en cuenta diversos criterios sobre las características socioeconómicas (ingresos, tamaño de la familia y composición, condiciones de salud, acceso a redes sociales) así como del estado de la vivienda. El involucramiento de las familias es fundamental en nuestro enfoque no asistencialista, dado que la vivienda no resulta un regalo para ella sino una oportunidad para mejorar su situación. En el proceso de selección, se buscan a familias con una actitud proactive, de cambio y esfuerzo para obtener una vivienda. Las familias cubren alrededor de un 10% del costo de la vivienda y deben participar durante los días de la construcción.


¿Cómo es el proceso de construcción de una casa?¿cuantas personas se necesitan? ¿Cuánto tiempo demoran? ¿Cuántas casas hacen por jornada?
La vivienda de emergencia es una casa de madera prefabricada, con techo a dos aguas de chapas de zinc, de dieciocho metros cuadrados. Se construye sobre la base de dieciocho pilotes que la aíslan del suelo y la protegen de la humedad. Tiene una durabilidad promedio de siete años, y puede ser edificada en dos días por una cuadrilla de ocho a diez voluntarios, en conjunto con la familia protagonista. De esta forma, se proporciona una solución inmediata a una situación de extrema pobreza, a su vez se promueve el acercamiento de voluntarios para erradicarla, generando la reflexión a partir de la acción. El número de casas en cada jornada es variable, se han hecho construcciones de 10, 30 y 100 casas por fin de semana.